
El 17 de marzo de 1992 a las 14.47 un coche bomba voló el edificio de la sede diplomática israelí en la esquina de Arroyo y Suipacha, obra de la Jihad Islámica, brazo armado del Hezbollah.
La investigación de la Corte Suprema fue un total fracaso. Durante años ni siquiera se estableció el número exacto de víctimas, finalmente fijado en 22.
No hubo detenidos ni se sabe cómo se planificó el ataque.