El tan anunciado nuevo billete de máxima denominación de $2.000 ni si quiera empezó a circular en la calle y ya perdió 23% de su poder de compra en todo el año. Hecho que demuestra, por un lado, la elevada inercia inflacionaria que tiene la Argentina y, por otra parte, refleja que la economía está necesitando un “papel” con un valor nominal mucho más grande.

Incluso, esta nueva cifra ni siquiera alcanza para comprar un kilo de carne o de helado artesanal, ni una pizza grande o un combo Premium en un restaurante de comida rápida. Y cerca está de cubrir las “pobres” tres empanadas que cita Luis Brandoni en Esperando la Carroza.

Y si se traslada a dólares, esta nueva denominación que saldrá a la calle representa un poco más de u$s4 al tipo de cambio libre. Es decir, un monto que luce muy bajo si se tiene en cuenta que en otros países de la región los billetes de mayor valor que poseen sus economías equivalen a u$s30 en promedio. 

“Con este ritmo, de acá a fin de año perdería alrededor de 40%“, advierte un importante economista televisivo.

En la misma sintonía, para Salvador Vitelli, economista de Romano Group, “sin dudas que a fin de año habrá perdido un 50% de su valor, por lo que a fin de diciembre valdrá lo mismo que el de $1.000 ahora”.

Billete de $2.000: no salió, ya vale poco

El gran problema es que con una inflación tan alta, que en marzo llegó a ser de 7,7% y en abril se proyecta que estuvo en torno al 7%, el poder de compra del peso cae de forma acelerada. Por lo que el nuevo billete de $2.000 alcanzará para muy poco cuando salga a circulación en pocos días en bancos y el público.