«BAJEMOS UN CAMBIO». Hablamos con un profesional sobre el tema.

A la luz de los hechos que los medios hemos reproducido, y al amplificarse en las redes y conocido el chat que originó el problema, dialogamos con un docente de Salud y Adolescencia que además es profesional de psicología, que por el hecho que ninguna autoridad educativa se ha expedido, no quiso que se haga público su identidad.

«En primer lugar quiero despersonalizar el tema, y hablar de modo más general. Porque cuando algo se hace público y se manosea el tema, si hay chicos involucrados es mucho más perjudicial la consecuencia que pueda tener. Por ese motivo es que a todos los adultos que hablen de esto les sugiero que bajemos un cambio.

Comencemos por decir que, al menos para mí, no hay situación de violencia, ni bullying, ni agresión, al menos si no se probara luego que en alguno de los momentos se utilizó la fuerza para algo (entre los chicos digo). Tengamos en cuenta que un grupo de WhatsApp es un ámbito cerrado y por lo tanto privado de sus integrantes. Lo que allí se diga pertenece sólo al conjunto de participantes. Por tanto habría que ver si, de esa privacidad al conocimiento de los adultos, se hizo en forma voluntaria de algún miembro o en forma compulsiva. Luego al publicarlo en redes no sólo se viola la intimidad de «un o una» integrante del grupo sino del conjunto.

Teniendo claro lo anterior, vayamos al «contenido» del mensaje en cuestión: no se advierte en ninguno de los mensajes agravio, agresión o acto violento hacia nadie. Sólo se observa una charla entre adolescentes y/o pre adolescentes que hablan en su lenguaje, con sus códigos, y según sus costumbres. Los chicos hablan así, nos guste o no, se cuentan entre ellos muchas más cosas de las que los adultos creemos y sabemos. Inclusive más de lo que nos pueda parecer dentro de los códigos éticos o morales.

Suponiendo que en el grupo de WhatsApp el emisor del mensaje que alude a una joven esté intentando difamarla a sabiendas, podríamos «suponer» que ese joven estaría cometiendo una falta. Pero como digo, no hay calificativo, ni descalificación, ni menoscabo de la persona ni de la conducta de nadie. Por todo eso creo que no sólo no hay responsabilidad del Colegio ya que el hecho no sucedió en esa jurisdicción, sino que además creo que no debió salir del ámbito familiar. No veo situación general de conflicto.

Sólo se trata de la descripción de un hecho probable en el que podrían haber participado dos jóvenes. Dicho eso de la manera corriente que tienen de hablar y que forma su naturalidad y su valoración ética de algunos acontecimientos. Sucede luego, para ahora sí dañar a los chicos, que los adultos espantados porque desconocemos el lenguaje, las modas y los hábitos de los jóvenes, entramos en un ataque de pánico pensando que se ha cometido un delito, cuando el verdadero perjuicio es causado por nosotros. Terminamos a veces exponiendo y dañando a quien queremos proteger.»

Durante el día, el hecho siguió retroalimentándose en las redes este hecho. Realmente se convirtió en algún caso en comidilla de personas que defienden a uno u otro sin medir las consecuencias que la repercusión del caso puede tener.