Son unos mil empleados del Hospital Cuenca a los que obligaba a hacerse pasar por «monotributistas» para acceder a un empleo.
Hay una diferencia demasiado marcada entre lo que es una relación de dependencia donde existen un empleador y un empleado, y un contrato de prestación laboral donde existen un comitente (dueño) y un prestador de un servicio o bien (monotributista o responsable inscripto).

Ayer en las instalaciones del Hospital Regional se montó un verdadero juego de medias verdades y medias mentiras. Los ministros de Salud de Nación y Provincia, más la intendente municipal Marisa Fassi, en una carpa plena de funcionarios, dirigentes y militantes del F de T fueron a corregir un «dislate» que fue «vendido» como un logro mesiánico. Como acostumbra este Gobierno Nacional «el relato en el mun do del revés».
El engaño que llevó a cabo el Estado durante años, y sigue llevando en infinidad de otros casos, es el de simular una prestación de servicios cuando en realidad se trata de una relación laboral. Todos los empleados del Hospital Cuenca trabajaron en negro, figuraban, hasta hoy, como monotributistas. Cuáles serían las diferencias fundamentales? Falta de estabilidad, falta de aportes y contribuciones al estado (EVASIÓN), falta de beneficios de los que goza un empleado, falta de suma de antigüedad, incertidumbre ante el no saber en qué momento iban a prescindir de los servicios, etc.
El Estado, en general, ya tiene en negro una cantidad inmensa de empleados irregulares. La mayoría de los casos se traducen en contratos por tiempo determinado que van renovándose periódicamente, incluso en algunos, durante años. El clásico ejemplo es la Municipalidad y el Hospital.
Simular ser monotributista es, si el trabajo fuera en el ámbito privado, una forma de evasión fácilmente comprobable. Bastaría con ver a quién le factura el supuesto monotributista (sólo a un único cliente), en qué períodos (siempre mensual), y por qué servicios (siempre el mismo concepto). Todo esto configura lo que en derecho se llama relación laboral encubierta. El empleado en cualquier instancia judicial ganaría una demanda. Pero, claro, en el caso que nos ocupa el evasor es el mismo Estado que controla en otros casos que esto mismo no se haga.
Entonces regresando al pase a planta del Cuenca de mil empleados, se trata de dejar de cometer una estafa. A los empleados y a sí mismo. No hay nada que festejar. Sólo que el Gobierno tiene cara y miente sin ponerse colorado.

