Son varias las leyendas que cuentan el porqué de la fecha y el significado del arbolito para las distintas culturas. La nórdica explica que la sociedad Celta solía adorar con un árbol –todos los 8 de diciembre de cada año- el nacimiento de Frey, dios del sol y la fertilidad.

Luego, con la llegada del cristianismo, tal celebración se ajustó al nacimiento de Cristo. El árbol original (con hoja perenne) representaba para el cristianismo el amor de Dios y la vida eterna, mientras que su forma simbolizó la Santísima Trinidad.

Lo que hoy son los adornitos o bolas de colores, originalmente eran manzanas que recuerdan el paraíso donde Adán y Eva cometieron el pecado original, según la Biblia. En tanto, las lucecitas de colores fueron en su momento velas que simbolizaban la luz de Cristo, así como los lazos representaban la unión de las familias y personas queridas. El arbolito significa también el Universo, la prosperidad, la vida, siembra y cosecha. Se estima que en Belén, la gente ponía en el árbol algún objeto preciado a modo de obtener buenas compensaciones para el año entrante.

Cuentan que Martín Lutero, uno de los padres de la reforma en el cristianismo, fue quien habría impuesto árboles de pino para Navidad hacia el 1.500 y que quiso reproducir cuando un día que caminaba por el bosque, vio cómo el brillo de las estrellas iluminaba a los árboles. Fue así que cortó una rama y la llevó al interior de su casa.