EL PROBLEMA INCLUYE A OTROS RÍOS Y ARROYOS DEL AMBA

El sitio de noticias TN reveló que un estudio realizado por investigadores del Conicet y publicado en la revista Environmental Toxicology and Chemistry dio cuenta que se encontró gran variedad de medicamentos en los ríos y arroyos del Área Metropolitana de Buenos Aires, a partir de muestras tomadas por investigadores del Centro de Investigaciones del Medioambiente de la UNLP

El material fue tomado durante un monitoreo estacional, con el propósito de analizar cómo influyen  los asentamientos humanos y los servicios cloacales en la contaminación del agua. Las muestras pertenecen a la zona del AMBA y a los ríos Luján, Reconquista y Matanza Riachuelo. Este último que atraviesa nuestro partido es causal de reclamos constantes y de larga data en la zona de Los Pozos donde una gran cantidad de vecinos vienen bregando hace tiempo por una solución al problema.

En los estudios publicados se analizó la presencia de residuos de medicamentos en el agua, detectándose paracetamol, ibuprofeno, atenolol y otros residuos en los ríos Luján, Reconquista y Matanza-Riachuelo, además de los arroyos Del Gato, Maldonado, El Pescado y Espinillo. Según explicó uno de los especialistas la carbamazepina fue el compuesto más frecuente, seguida por analgésicos y betabloqueantes.

El dato más llamativo fue la presencia estacional de sildenafil, conocido como Viagra, conocido por su uso para la disfunción eréctil. Los registros invernales, en cambio, reflejaron un aumento de medicamentos asociados a enfermedades respiratorias, como el salbutamol.

El estudio comparó zonas agro ganaderas, urbanos densos y áreas con distinta infraestructura sanitaria. En los sectores rurales se hallaron solo dos o tres compuestos, mientras que en los tramos urbanos aparecieron prácticamente los 16 fármacos investigados.

El investigador  sostuvo que la hipótesis central vinculó la contaminación con la cercanía de asentamientos humanos y la disponibilidad de servicios cloacales. Allí donde la densidad poblacional aumenta, también lo hacen la cantidad y concentración de medicamentos en el agua.

Los cursos que reciben descargas de plantas de tratamiento mostraron los niveles más elevados, aunque también hubo valores altos en lugares sin red cloacal, posiblemente asociados a descargas clandestinas, pozos ciegos y rellenos sanitarios mal impermeabilizados.

Concluyen con estos análisis  que “lo que ingerimos y descartamos no termina su ciclo en el inodoro o el tacho de basura”, una advertencia que resume el impacto de los hábitos de consumo en los cursos de agua del AMBA.